VIVENCIA DE UNA RESIDENTE DE PSICOLOGÍA CLÍNICA EN LA UNIDAD DE INTERNAMIENTO BREVE (UIB)
Todo depende del cristal con que se mire… A
principios de junio del 2011, a través del cristal de la inexperiencia, la
ilusión, el parcial conocimiento, la
curiosidad, la sensibilidad y la capacidad de sorprenderse, mis ojos percibían
mucho sufrimiento (recuerdo una señora de 70 años, que no paraba de llorar, de
quejarse, estaba aislada, sintiéndose encerrada y no mejoraba…), percibían una
falta de libertad (pacientes atados a su cama, al servicio canario de salud, a
su sociedad y a su dolor), percibían un
entorno jerarquizado y diferenciado (batas blancas, indiferenciados pijamas de
cuadros, un formato grupal que parecía un tribunal…), percibían
a un equipo preocupado por su trabajo y por tender una mano a los pacientes, percibían
un equipo multidisciplinar que dialogaba para entender lo que estaba pasando y
buscar soluciones, percibían un patio que iluminaba el tiempo de ingreso,
percibían relatos inverosímiles casi tanto como algunas historias vitales y percibían
también mucha normalidad y fortalezas.
Obviamente, lo percibido, tiene mucho que
ver con mi propio filtro, al principio
me costaba ver síntomas y aún más ver cuadros clínicos, o lo que es lo mismo diagnosticar…he analizado, y sigo analizando, esta
dificultad.
Por un lado considero que tiene que ver con
la inexperiencia, con la falta de conocimientos.
También lo relaciono con mi propia forma de
ser, mis gafas optimistas, que por miedo, evitan el sufrimiento y prefieren ver los recursos, enfatizan
lo sano y de algún modo niegan la cruda realidad.
Por otro lado, a pesar de elegir formarme
como psicóloga clínica, mi visión respecto a los diagnósticos, el modelo médico
y las clasificaciones existentes, me coloca en una posición ambivalente aunque
integrable. Por un lado, reconozco la necesidad de intervención, la gravedad y
la existencia de lo psicopatológico; y por otro, considero que esta forma de
clasificar es reduccionista, poco útil, paternalista, controladora y estigmatizadora. Coloca al
paciente en una posición indefensa, lo desrresponsabiliza de trabajar en su
desvelamiento, lo invalida, lo reduce, y lo aleja de la relación terapéutica,
como indica Yalom, de la relación que es
lo que cura.
Considero que en muchas ocasiones diagnosticamos
para nombrar lo difícilmente comprensible, lo doloroso y así alejarlo de
nosotros, etiquetarlo para exteriorizarlo y objetivar lo inevitablemente
subjetivo. Cosificamos y se atenúa la amenaza y
la complejidad. Disfrutamos de una agradable sensación de control que
ahoga nuestra incapacidad para trabajar con el sufrimiento y vincularnos con el
que sufre.
Ha sido muy enriquecedor trabajar en equipo,
colaborar con el trabajo de profesionales no psicólogos, me ha permitido
valorar diferentes formas de intervenir y aprender más sobre temas como psicofármacos,
TEC, cuidados de enfermería, terapia
ocupacional, etc…
Esta rotación ha supuesto muchos retos; era
la primera, en el propio hospital, patologías graves y agudas, etc… creo que
aunque lentamente fui creciendo en conocimientos, seguridad y habilidades como
terapeuta. Reconozco mis dificultades para lanzarme y mis inseguridades en
cuanto a la confianza en mi capacidad para manejar y asumir la responsabilidad
de un proceso terapéutico con éste tipo de cuadros. Aún así experimenté la
sensación de ir siendo cada vez más capaz, sobre todo creo en la experiencia
con el grupo de “buenos días” y al llevar pacientes de forma individual.
Definiría esta rotación sobre todo con la
palabra: REFLEXIVA, se han movido muchas emociones dentro de mí, me he hecho
muchas preguntas, he observado y escuchado muchas historias vitales, he
dialogado, frecuentemente con mi tutora, acerca de muchos temas que aún sigo elaborando.
He reflexionado acerca de la importancia del
uso del lenguaje, verbal y no verbal. "Las palabras y
la magia fueron en los inicios una sola cosa, y todavía hoy las palabras retienen
mucho de su poder mágico" (Sigmung Freud). Cuando usamos el
lenguaje estamos creando un modelo o representación de nuestra experiencia. Esa experiencia, a su
vez, está basada en nuestras percepciones del mundo. Completado el ciclo, esas
percepciones están moldeadas y limitadas por el modelo. Por ello considero que
cuidar el uso del lenguaje tiene una influencia definitiva en nuestro trabajo y
por tanto en la recuperación de aquellos a los que intentamos ayudar. Recuerdo
algunos debates acerca de la idoneidad de hablar de “primeros episodios
psicóticos”, “episodios únicos”, “esquizofrenia”, “psicosis”, “enfermedad”, “pacientes”,
“clientes”, “personas” etc… procesos de reflexión que continúan.
Los intereses económicos que mueven los
hilos de las farmacéuticas y por tanto de la salud de millones de personas,
también han sido objeto de reflexión durante esta rotación.
He pensado acerca de las necesidades de los
pacientes respecto al entorno hospitalario. El ambiente frío e impersonal que
inunda la planta de hospitalización, fomenta la desindividuación; todos van con
los mismos pijamas, son pocos los objetos personales de los que pueden
disfrutar, incluso la ropa interior es del HUNSC!
Con la reforma psiquiátrica los pacientes
comenzaron a verse como enfermos, a ser menos juzgados socialmente, pero lo
cierto es que las sociedad ha seguido cambiando, y quizás ya sea el momento en
el que es necesario salir de los hospitales y, como sucede en ortos países,
considerar la salud mental como algo distinto a la salud física, por muy
relacionadas que estén, no son lo mismo, ni implican el mismo manejo. Ya no
beneficia a los pacientes estar hospitalizados.
La UIB ha significado un lugar para enfocar
y desenfocar mitos, teorías, ideas y
conocimientos teóricos. He aprendido de las relaciones con los
compañeros, de todo el personal de la planta, de los pacientes y de mí misma.
Me quedo con una visión sobre todo humana y compleja de las personas que pasan
por la UIB, espero no perder nunca de vista que somos iguales, qué SOMOS
PERSONAS!
Resalto la importancia de la alianza
terapéutica, del vínculo, que a pesar de no poder ser duradero (es probable que
el psicólogo sólo pueda ver al paciente durante un mes) casi mágicamente se
puede lograr una relación de confianza y seguridad para poder curar, para pensar
entre los dos lo qué está pasando y así con el terapeuta llegar a un punto en el que el otro es más libre para elegir.
Durante estos meses, ha evolucionado la
forma en la que conceptualizo la salud mental y sus desviaciones. Creo que poco
a poco he ido complejizando y aclarando el modelo que tengo de ésta, y
paradójicamente, a su vez se va haciendo
más manejable. Al principio, como ya he comentado en esta memoria, necesitaba
estructura, una guía, preguntas concretas qué hacer, intervenciones
terapéuticas como si de recetas de cocina se tratara, pero gracias a poder
observar mucho, ya no siento esta necesidad. He ido comprendiendo que no
existen fórmulas maestras, hay factores terapéuticos universales, que influyen
en el cambio, hay principios básicos para la terapia, hay que conocer y
estudiar primero el funcionamiento normal,
luego la psicopatología y sobre todo el mundo de significados, la historia
vital y las relaciones personales de la compleja persona que intentamos
comprender y ayudar.
Con toda seguridad, este modelo acerca de la
salud, la terapia, etc… continuará modificándose, al menos eso espero!
Sin duda tengo que agradecer a esta rotación
el haber sido la base segura para seguir explorando.
Todo depende del cristal con que se mire… A
finales de octubre del 2011 el cristal se había transformado.
Diana Pastor Cifuentes
Diana precioso relato de tu vivencia y valiente por compartirlo!!!!!
ResponderEliminarFelicitaciones!!!!! No solo por el relato sino por esa actitud que te hará cada vez mejor!!!!
ResponderEliminarQue la fuerza te acompañe y no te caigas de este bello recorrido que has empezado !
ResponderEliminarGrande dianita. Me encanta!!
ResponderEliminarY no es mejor investigar en técnicas que funcionen. Por ejemplo, una técnica específica que cure a los que tienen trastornos de personalidad. O un tratamiento que funcione para que alguien con obsesiones deje de atormentarse. Una fórmula maestra, una síntesis, un santo grial. A lo mejor ahora estás en un estado superior del ser, y ya no necesitas guía ni nada, fluyes con la terapia. Pero si en la unidad esa te han hecho abandonar la necesidad de una fórmula maestra, por qué han sustituido esa necesidad? ¿Por decir que el paciente es complejo e ir a tomar un café con los compañeros? ¿Por escuchar historias personales y dar gracias a la vida por aprender tanto del sufrimiento de los demás? Pues es una rayada.
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