miércoles, 2 de mayo de 2012

LA IMPORTANCIA DEL NOMBRE



Me encantaría tener en estos momentos 80 años para poderles hablar sin que me importe lo que ustedes piensen. Quizás ese sea el problema, las cosas que callamos por temor a la opinión de los demás. Y si nosotros lo hacemos ¡qué no callaran a los que escuchamos!
A través del lenguaje el ser humano se identifica y se define, quizás por ese motivo me preocupa tanto nuestro modo de hablar, nuestra forma de definir al otro. Tengo la impresión que aunque intervengamos para ayudar al otro a encontrarse como persona, en nuestro análisis y en nuestros comentarios lo escindimos, lo tratamos como un objeto de observación. Algunos pensaran que este proceso es necesario para llegar al conocimiento del ser o de esa persona, pero el final o la conclusión es quizás lo preocupante.
Desde que Descartes tuvo la buena ocurrencia de dividir mente y cuerpo para facilitar su estudio, hemos seguido los mismos pasos, dividiendo al ser humano para quedarnos al final con un objeto de estudio.

La importancia del nombre
              ¿Qué es lo que me pasa?
         Bueno... ha tenido usted un episodio psicótico.
       Ah! hum… entonces soy un psicótico.
       No, usted es Pedro. Siempre será Pedro y ha tenido usted un brote psicótico.
       ¡Gracias! me deja usted más tranquilo.

Aunque las alteraciones psicopatológicas que tratamos tengan puntos de confluencia comunes en las personas que la viven, detrás de cada una de ellas sigue existiendo un Pedro, María o Juan y esto es lo que se diluye o desaparece en nuestras observaciones. Nos volcamos en nuestras observaciones y el otro se convierte en el psicótico, el límite, el bipolar, etc. Quizás sea un abuso de ese lenguaje superficial que da por sentado muchas cosas con el objeto de hacerlas más asequibles, lo que nos lleva a utilizar estos términos.
En otras áreas de la medicina, comentan los cuadros o las nosologías como algo externo al ser: el paciente con cáncer de pulmón, excepto quizás con los pacientes que padecen diabetes, a los que se les denomina con frecuencia diabéticos ¿todos los que sufren diabetes son tan iguales que se convierten en una identidad particular?
¿Ocurre lo mismo con todos los pacientes que tienen una psicosis o una esquizofrenia?
A veces pienso que nuestra tendencia a categorizar, clasificar y unir por similitudes, nos lleva a generalizar situaciones donde las identidades se diluyen y el ser como persona se pierde.
Y esto se agrava cuando tratamos con personas cuya vulnerabilidad mayor es su persona. Como nos recuerda Víctor H. Espinosa  “Y es ese sentimiento de identidad, de coherencia e integridad personal, el que parece estar especialmente amenazado en el proceso psicótico”






2 comentarios:

  1. Parece que todas las herramientas, incluso las intelectuales, pueden ser usadas de distintos modos y con distintos resultados.
    El proceso de abstracción, (considerar solo algunos de los elementos de un todo seleccionados por considerarlos más relevantes) permite afrontar problemas complejos que de otro modo resultarían intratables. Equivale a la máxima del 'divide y vencerás'. El riesgo es que acabemos fascinados por la parte que hemos seleccionado y la confundamos con el todo.
    Ocurre contínuamente. Abstraemos alguna característica frecuente entre los americanos (o los chinos, o los psiquiatras, o las mujeres, o..) y acabamos confundiendo esa característica con su portador, como si la sinécdoque adquiriera un significado por sí misma.

    Esto es siempre grave cuando la parte 'olvidada' es un ser humano; y más aún, como señalas, cuando ese 'olvido' exacerba la debilidad sobre la cual crece la dificultad.

    Me alegra constatar como algunos de los profesionales 'psi' señaláis este riesgo de 'iatrogénia'. Muchas gracias

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    1. Muchas Gracias Pere por tu reflexión y tu fidelidad hacia este blogs.

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