sábado, 24 de diciembre de 2011

SOY ALGO MÁS QUE UN TGD



Hoy me vino a  visitar, como ha hecho otros años por Navidad. Quería darme como ella dijo un pequeño regalo y al mismo tiempo que lo decía me entregó una gran bolsa roja que contenía una gran caja de bombones. Para mí fue un gran regalo verla con sus 17 años, oír sus planes de futuro y saber lo bien que se le daba el francés.

Mientras me hablaba comencé a recordar nuestros primeros encuentros. Tenía tres años y apenas llegaba a la mesa que había en mi despacho. En ese momento no nos pudimos comunicar. Su lenguaje era una gran catarata de palabras que saltaban, brincaban, se enredaban y me invadían. Sentía como las palabras rebotaban en la mesa, se desparramaban por ella y se desperdigaban por la habitación hasta escabullirse por debajo de la puerta. Mis compañeros asombrados, salían de sus despachos preguntando ¿pero qué es esto? .Como un río desbocado, las palabras entrelazadas al azar nos inundaban, llenaban nuestro espacio y nos dejaban a punto de desfallecer.

Cada semana se nos presentaba el mismo reto, hasta que aprendimos a nadar en ellas, a zambullirnos para buscar perlas en sus profundidades, a jugar a la comba en su cresta, a hacer sopas de letras. Poco a poco, la catarata se convirtió en una cascada que nos permitió bañarnos sin premura y disfrutar de cada momento. La comunicación nos enlazó.

Al volver de mis recuerdos, seguí escuchando sus planes de futuro, las carreras que más le gustaban. ¡No hay problema, su nota media es de 9! comentó su madre orgullosa. Ella me dijo que se acordaba mucho de mí en sus clases de psicología.

Me ha prometido que volverá cuando tenga más claro qué carrera elegir, tiene cuatro en el tintero y está sopesando la que más le gusta.

A mí lo que me encanta de sus visitas es poder hablar con ella y sentir como me abraza.

malviani

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